Tres historias sucedidas en diferentes lugares. Relatos que finalmente poseen un enlace cómun. ¿Dónde hemos escuchado esto? La desgastada premisa del rompecabeza dramático vuelve a ser empleada en un proyecto de considerable calibre tomando en cuenta que se trata de un reparto multiestelar encabezado por Liam Neeson, Kim Bassinger, Maria Bello, Adrien Brody, Mila Kunis, James Franco y otros más además de contar con las exóticas locaciones en Nueva York, París y Roma como sitios de acción de la trilogía de narraciones. Comencemos la crítica, pero advierto, contiene un par de spoilers respecto a la trama.
En México, la cinta lleva por título la pedestre traducción de Amores Infieles pero su nombre original es Third Person advirtiendo a un extraño espectador quien bien podría convertirse en un protagonista más de las sobrecogedoras historias que se relatan en la película. No se vayan con la finta del título al mexicano porque la película va más allá de las relaciones extramatrimoniales como lo quieren hacer parecer los distribuidores, además de esta agotada situación, estos cuentos para adultos tienen que ver con la paternidad, ambición, amor, traición y sueños no realizados, o sea con la vida misma.
Aparentemente son tres historias de encuentros y desencuentros sucedidas de manera simultánea en tres diferentes metrópolis: dos escritores (Liam Neeson y Olivia Wilde) seducen y se encaprichan en las habitaciones de un hotel parisino, dos desconocidos (Adrien Brody y Moran Atias) se alistan en un peligroso juego de seducción en Roma el cual puede ser advertido por un grupo de criminales mientras que una actriz desempleada (Mila Kunis) demandará la patria potestad de su hijo quien permanece en custodia del celoso padre (James Franco), un intenso artista en Nueva York.
El responsable de orquestar estas historias es el guionista y director Paul Haggis (célebre por despojar del Oscar a Secreto en la Montaña con otro melodrama fragmentado titulado Crash) quien finalmente ofrece una extensa adivinanza sin sentido que termina por ser una experiencia cinematográfica soporífera.
Siempre he tenido desconfianza con estructuras tales como los acertijos dramáticos en donde el espectador va jugando el rol de investigador hasta que este llega al acto final de la cinta para encontrarse con una pieza, aparentemente ajena al relato, la cual viene a dar sentido a casi una hora y media de irracionalidad. Aquí sucede algo similar. Haggis recurre a herramientas tan obvias como una edición enlazada con elementos “significativos” para los personajes, en este caso monedas, relojes, teléfonos celulares, etc. En el desenlace, advertimos que las viñetas vienen cargadas de un sentido metafórico el cual parece ser únicamente de interés para el director puesto que a esas alturas, el espectador está francamente aburrido.
Por El Perro Andaluz / @CinemaMovil_Mx (nota original aquí)
