Clint Eastwood es sin duda uno de los grandes creadores de la industria fílmica americana. De sepa diferente por sus orígenes en la dramaturgia, pertenece a una etapa tardía del cine americano donde trabajó sin contemporáneos y revivió una tendencia antigua de actores que se vuelven directores, de la que se desprenden grandes nombres ajenos a Eastwood como John Cassavetes y charlatanes como Ben Affleck.
Fue una curiosa elección del también conocido como Harry el Sucio la de realizar a mediados de los 90, junto con la renombrada y multilaureada Meryl Streep, el drama romántico otoñal llamado Los puentes de Madison (The Bridges of Madison County, 1995). El filme es atípico porque Eastwood sólo encuentra ecos de sus anteriores trabajos en su semblante permanentemente serio y ajeno a la expresión, así como que su personaje dispara… con una cámara fotográfica proporcionada por National Geographic, revista en la que colabora su representación en pantalla.
Es de destacar el desarrollo de este film por un par de circunstancias. La primera, antes mencionada, el ver a Eastwood como creador de un romance fílmico. El segundo, su desenvolvimiento en el personaje donde su inexpresividad tan bressionana funciona de la misma manera que las pocas incursiones románticas realizadas por Robert Bresson.
Los puentes de Madison se presenta el martes 18 de febrero en el Cineclub Continental como parte del ciclo Mi novio es bressoniano.
Café Zena, ubicado en Protasio Tagle #66 en la San Miguel Chapultecec
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