Capitalismo: Michael Moore y su ‘historia de amor’

moore2La familia afroamericana Trody vive en la caja de un camión desde que fue desalojada de su casa en Miami. Entre colchones, cobijas y ropa desordenada, niños, jóvenes y adultos se acomodan para dormir. Luego de 22 años en los que hicieron de su casa un hogar, el banco que les otorgó una hipoteca los expulsó para poder vender la propiedad.

Un día, con la ayuda de sus vecinos, los Trody deciden regresar a su vivienda, que ahora luce vacía. Los medios de comunicación presencian el acto. “En nombre de esta comunidad, le devolvemos este hogar a esta familia”, declara un ciudadano ante cámaras y micrófonos, y enseguida ordena a dos mujeres que quiten el anuncio de venta que está colgado en la puerta de la casa. Es una protesta social en pleno, la colectividad unida para conseguir un fin ajeno a los designios del capitalismo. En consecuencia, arriban al lugar el representante del banco encargado del desalojo y nueve patrulleros de la policía pero, a pesar de ello, la intervención ciudadana se intensifica con las consignas de los vecinos. Un hombre grita “comunidad”, mientras los demás le contestan “poder”. Todo a grito abierto. “Firmes como un árbol, aquí estamos. Somos fuertes en nuestro hogar legítimo”, también corean.

El acto de protesta es irrefrenable, los vecinos han tomado el control de la situación. Los policías y el empleado del banco no tienen opción, desisten y se retiran del lugar. Los Trody están de vuelta en casa y los vecinos cantan por el logro: “No hay poder como el poder del pueblo, porque el poder del pueblo no se detiene”. Este suceso es potente como acontecimiento social, porque a través de una acción organizada, ciudadanos de Miami –algunos de piel oscura y otros de tez clara– se imponen al poder empresarial creado por el capitalismo, pero alcanza mayor impacto cuando es la escena de un documental al que pueden acceder millones de personas.

Como el poder sin freno al que se refieren los manifestantes de Miami, el cine documental de Moore (1954) tampoco se ha detenido desde 1989, cuando apareció su primer filme, Roger y yo (Roger and me). De hecho, la historia de la familia Trody es parte crucial de Capitalismo: una historia de amor (Capitalism: a love story, 2010), la película más reciente de Moore, porque refleja la tesis que ha sostenido el director durante su carrera: la denuncia e intervención ciudadana son respuestas legítimas a los abusos del poder que ejercen los políticos y los empresarios en una sociedad capitalista como la de Estados Unidos, donde el poder económico ejerce un dominio difícil de contrarrestar.

Su forma de intervenir en el filme es el sello característico del director, guionista y productor originario de Flint, Michigan, y lo ha empleado desde sus inicios a través del personaje irreverente y chusco que encarna siendo él mismo ante la cámara. Porque más allá de narrar un problema y lanzar una crítica, Moore asume el papel de protagonista de los asuntos que aborda al buscar personalmente una respuesta de los personajes a los que acusa. Se convierte al mismo tiempo en un cómplice de los afectados, quienes son el centro de su preocupación como cineasta. Los desempleados de General Motors (Roger y yo); los heridos y muertos por armas domésticas (Masacre en Columbine, 2002, ganadora del Oscar al Mejor Documental); los jóvenes que van a la guerra en nombre de la patria estadounidense (Farenheit 9/11, 2004, obtuvo la Palma de Oro en Cannes); los enfermos y muertos a instancias de la codicia de las empresas aseguradoras (Sicko, 2007); y los desalojados de sus casas por los bancos (Capitalismo: una historia de amor), figuran entre los personajes centrales de su trabajo documental.

moore3

A 21 años de su primera película, Michael Moore parece hacer un corte de caja en Capitalismo: una historia de amor, material que, por cierto, no fue muy promocionado en México. En lo personal, a pesar de que regularmente estoy al pendiente del trabajo del cineasta, me enteré de este documental en 2010 cuando lo vi en un estante de Blockbuster. Fue un hallazgo totalmente casual e inclusive sorpresivo. En esta cinta, Moore vuelve al tema de los desalojos de familias –que ya había planteado en Roger y yo a partir del cierre de la planta de General Motors en Flint, su ciudad natal–, pero ahora lo explica como un síntoma nacional de la crueldad del capitalismo.

A lo largo de dos horas, el documentalista critica el sistema económico que rige al país más rico del mundo mediante la narración de casos y la exposición de las opiniones de legisladores y especialistas. De Roger y yo también retoma el tema del desempleo. En Capitalismo: una historia de amor, presenta el caso de los trabajadores de una fábrica de puertas y ventanas en Chicago, quienes se organizan para exigir el pago de indemnizaciones luego de que la empresa les avisó del cese de su empleo con tres días de anticipación.

La comprensión cabal de la obra de Michael Moore sólo puede darse a partir del entendimiento de la evolución de sus discursos en la pantalla. En Capitalismo: una historia de amor, nos presenta una ciudadanía estadounidense empoderada, dispuesta a actuar fuera de las expectativas sociales comunes, para defender su casa o su empleo. A diferencia de su primer filme, aunque continúa su protagonismo para reclamarle a un empresario o a un funcionario una injusticia, esto no es el plato fuerte de la cinta, sino la capacidad de la sociedad para organizarse y trascender por encima de los mandatos del capitalismo. ¿Será que Michael Moore ha contribuido en este cambio a través de sus películas?, o ¿simplemente le ha tocado ser testigo de la evolución de la ciudadanía, influida por otros factores?

Sea una respuesta u otra, lo que sí puede inferirse a partir de la trayectoria de Moore es que la vertiente actual del género documental como vehículo de conciencia social está inspirada en gran medida en su trabajo. Basta echar un vistazo a filmes como La corporación (The Corporation, 2003), Superengórdame (Super size me, 2004), Gasland (2010), o Trabajo confidencial (Inside job, 2010), documentales en los que impera un discurso crítico sobre un tema específico y, en algunos casos, aderezados con humor e irreverencia.

Por Alejandro Guzmán Rodríguez

    Related Posts

    Michael Moore está de vuelta con ‘Where To Invade Next’

    Leave a Reply