Cabos | Wolfwalkers, de Tom Moore & Ross Stewart

Resulta curioso ver la forma en la que la superstición, entendida como una creencia irracional, no ha desaparecido, a pesar de la forma en la que la vida ha evolucionado. Incluso su presencia se ha enrarecido, al punto que el fundamentalismo de cualquier índole parece ser igual o más intenso que en otros tiempos, tierras o ficciones. Es en el cruce entre la mitología y las tensiones vigentes en el mundo donde una película como Wolfwalkers (2020) encuentra cabida con una bella historia que busca formas de encontrar la humanidad hasta en las bestias que más tememos, animales o humanas.

El nuevo largometraje de Tom Moore, quien dirigió El secreto del libro de Kells (The Secret of Kells, 2009) y Song of the Sea (2014), es una codirección con el animador Ross Stewart. Está basada en un antiguo mito irlandés, en el que una niña aprendiz de cazadora, de nombre Robyn, llega a Irlanda junto a su padre para acabar con una manada de lobos en un pequeño pueblo, sin embargo, después de rescatar a una niña llamada Mebh, que vive en el bosque, su amistad la lleva a descubrir un mundo en el que los cuerpos duermen mientras las almas vagan en forma de lobo.

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Aunque inevitablemente aparecerán las comparaciones con Valiente (Brave, 2012), es evidente que Wolfwalkers marca divergencias notorias respecto de los híper controlados trabajos de Disney y Pixar. Comenzando por la incomparable elegancia de la animación, que aún en su sofisticación retiene algo de los trazos del lápiz que diseñaron a los personajes o sus acciones.

Temas tan vigentes como el empoderamiento femenino, la lucha contra el fundamentalismo y la apertura de los oídos y los ojos a la naturaleza son llevados con una diferencia fundamental: el respeto y la dignidad otorgada, incluso en las posturas que parecen opuestas a la misma película. Wolfwalkers  apela al alma presente en cada ser vivo, hasta la de aquellos que consideramos como peligrosos, intimidantes o abyectos, permitiendo que irrumpa lo maternal en un entorno patriarcal. De los dos venimos, los dos somos.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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