Buscando un soundtrack para el fin del mundo

Si existe una tarea difícil para hacer antes del fin del mundo  es encontrar el soundtrack perfecto para vivirlo. Escoger las canciones con las que quieres vivir  tus últimos momentos de vida es tan complicado como realizar una lista de tus canciones favoritas de toda la vida. Encapsular tu último desayuno, tu última cerveza, el último beso o la última vez que vas a ver la noche en un puñado de canciones no es tarea sencilla y nadie querría darse a la tarea de prepararlo hasta que el momento llegue y se aparezcan de forma aleatoria. Armar una lista de canciones para el fin del mundo es complicado, hacer una para una película acerca del  amor en el fin del mundo lo es todavía un poco más.

En Buscando un amigo para el fin del mundo (Seeking a Friend For The End Of The World, 2012), lo valioso no es el desarrollo de la cinta, cuya premisa nace a partir de un asteroide que va a aterrizar en la Tierra, causando así el final de la humanidad. Lo realmente importante de la película no son los protagónicos de Steve Carrell y Keira Knightley enamorándose después de que la esposa del primero lo abandona a causa del pánico y la segunda tenga una vida que no vale mucho más, lo que se rescata del ejercicio de Lorene Scafaria es su cuidada selección de referencias musicales a lo largo de la cinta. Su oído, fino a las exigencias de la contemporaneidad en la que se basan sus películas, parece haberse afinando desde Nick & Norah’s Infinite Playlist. Y no es que su selección se convierta en obras maestras de la talla de las de Harold & Maude o cualquier película de Wes Anderson, pero Scafaria crea un mundo en el que el espectador reconoce las referencias porque él mismo les guarda un afecto particular. En Seeking A Friend For The End Of The World no hay virtuosos artilugios para elevarla al cielo, pero tampoco hay mucha pretensión de donde se pudiera comenzar a criticar.

Las canciones funcionan para lo que fueron seleccionadas; para enmarcar momentos específicos de la película. La primera escena incluye el momento en el que la esposa de Dodge (Carrell) lo abandona al enterarse por la radio de que el fin de la humanidad está más cerca de lo que creían. El rostro de él está lleno de confusión y teñido con tristeza, mientras de fondo Wouldn’t It Be Nice de los Beach Boys comienza a escucharse luego de la noticia. Esa primera escena dicta el patrón que seguirá el sentido de la recopilación para la película. Todas las canciones brindan un contraste al sentido de la visualización, como si quisieran llenar de luz momentos que se acuestan en oscuridad.

Y no es que la cinta transcurra sobre un fondo grisáceo, ni mucho menos. Se trata de una comedia que se encuentra lejos de ser la mejor recordada y más cerca de pasar inadvertida. Sin embargo, además de su selección de canciones, la cinta esconde referencias claras a los placeres de Scafaria y deja entrever lo que parecieran rastros de grupos que no lograron entrar en el papel oficial. Dentro de la película, podemos ver pasar a Leonard Cohen como uno de los imprescindibles para su oído o a 69 Love Songs de los Magnetic Fields gritando a pulmón que es uno de los discos que hay que escuchar para entender mejor la vida y poder morir en paz, o entender que Pet Sounds es el disco sin el cual no puedes morir agusto. Muchos de los discos que desfilan en el acervo musical de los personajes nunca se escuchan mientras los cuadros avanzan y sin embargo el espectador entiende que son parte de la búsqueda inicial.

Seeking a Friend For The End Of The World se disfruta más si se ve desde el punto de vista en el que no se busca un amor para el fin del mundo, sino un soundtrack para recibirlo. Escuchar, ver y sentir las diferentes referencias de su creadora la vuelven un poco más interesante de  lo que en realidad es. En su última secuencia, los personajes se encuentran tomados de las manos, esperando a que el asteroide golpee la Tierra y todo termine, ambos después de arreglar sus vidas y encontrar en el otro el amor prometido. La luz de la muerte ilumina sus rostros y parecen morir agusto; mientras todo sucede The Sun Ain’t Gonna Shine Anymore de los Walker Brothers anuncia el final de algo que siempre estuvo destinado a terminar porque la búsqueda de un soundtrack para el fin del mundo, al final del día, es inútil. Uno muere con la canción que más recuerde, porque, después de ahí, ya no habrá mucho más que valga la pena recordar.

Por Joan Escutia (@JoanTDO)

 

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