‘Black Mirror’ y el futuro de cristal

Han sido años fructíferos para el contenido televisivo/audiovisual, que gracias a los nuevos formatos ha visto el florecimiento de canales narrativos que difícilmente hubieran funcionado antes y que con el creciente interés que han puesto tanto cineastas, productores, inversionistas, críticos y audiencias ha nempujado el medio a una atractiva explosión, cuyo impacto ha opacado en más de una ocasión a la gran pantalla cinematográfica.

Tres de nuestros colaboradores comentan la serie británica Black Mirror y el papel fundamental que tiene la tecnología dentro de su narración, si su reflejo de nuestro presente o futuro inmediato es fiel y desde luego, sus limitaciones.

Basándonos en lo que hemos visto en Black Mirror, ¿realmente la tecnología es tan nociva o peligrosa?

Arantxa Luna (@mentecata_): No, la tecnología no es nociva ni peligrosa. En realidad los incontrolables somos nosotros, los humanos. La tecnología sólo potencia aquello que hemos hecho mal, los vicios, el egoísmo, la soledad, los miedos. Al final, es un espejo amargo y doloroso que evidencia las fallas, la maldad. En Black Mirror, la tecnología sólo es el vehículo, un personaje involuntario, oportunista, azaroso.

Axel Alonso García (@RAxelAlonso): Toda tecnología tiene sus usos nocivos y benéficos, de los cuchillos a la energía atómica. En Black Mirror, vemos como la parte más oscura es resaltada con motivos dramáticos y, también, una reflexión de los usos que se dan cotidianamente a las nuevas tecnologías. El humor negro, la experiencia en TV y el temperamento de Charlie Brooker, sin duda, son la guía que lleva a esta serie a escarbar en rincones macabros, pero él mismo sabe que lo nocivo está en los usuarios: la diferencia entre pedófilos, asesinos, extorsionadores y jueces de las redes sociales o reality shows y una  mujer con daño cerebral que sólo busca otra oportunidad para vivir, no está en los dispositivos, sino en lo que buscan, sienten y en los efectos que dejan en otras personas.

JJ Negrete (@jjnegretec): Creo que Charlie Brooker, el creador de la serie pone un énfasis particular en la responsabilidad o, más bien, irresponsabilidad que empuja la necesidad de la tecnología. Cuestiona no su utilidad, sino su uso. Concuerdo con Arantxa y Axel cuando resaltan que a pesar de tener como eje la tecnología, la serie se trata de la exploración de las esquinas más enmohecidas de lo humano y la destructiva necesidad de seguir mirando un reflejo al vacío.

El formato de la serie (una narrativa específica por capítulo) ya se había ejecutado con anterioridad, particularmente en el género de horror o fantástico. ¿Este formato funciona para la serie? ¿Qué limitaciones encuentran?

@RAxelAlonso: A mi me parece que el formato de historias aisladas de esta serie es efectivo. Cada episodio permite crear nuevos personajes, narrativas y reglas con la misma efectividad de los cuentos y moverse entre distintos temas; como dice Jorge, la serie busca explorar temas humanos de manera puntual y por eso creo que han preferido ese formato por encima de una historia larga serializada que tendría otras necesidades. Black Mirror ha creado, en estas tres temporadas, una serie de elementos muy reconocibles para su audiencia que resuenan como otras mitologías televisivas (Waldo, el cerdo, RateMe). Lo que si veo especialmente en la tercera temporada es que los temas y la forma de abordarlos comienzan a parecer repetitivos, además de que los episodios se vuelven más extensos e irregulares en cuestión de calidad, por lo que hay que preguntarse si la fórmula mostró un desgaste en esta tanda de capitulos y si los responsables la terminarán así o antes intentarán con otros formatos de antología como Fargo o American Horror Story.

@mentecata_: Concuerdo con Axel: esta temporada es mucho más irregular que las dos previas. No creo que el problema sea el formato. Pensemos en el éxito de otras series construidas de esta manera como Twilight Zone, Alfred Hitchcock Presenta o Escalofríos. El margen de error/repetición que encuentro en los últimos capítulos se debe, fundamentalmente, a la empresa: Netflix. Además de Hemlock Grove y Stranger Things, y comparada con la trayectoria de Channel 4, Netflix no tenía un registro previo de experiencia creadora en este tipo de producciones. A pesar de que Brooker sigue siendo el guionista, es evidente que los intereses, los temas, incluso el estilo y la construcción formal de los capítulos han cambiado: las producciones europeas siempre se han caracterizado por buscar lo sórdido, algo que quizá, a nivel marketing, no puede ser viable en el mercado estadounidense. El formato de antología que se exploraron en las dos primeras temporadas es un festín de horrores, funcional, atractivo, oscuro, ¿por qué no lo fue en esta ocasión?

@jjnegretec: Como comentan Axel y Arantxa, llevarla al mercado “global” sin duda golpea la factura e impone una serie de inhibiciones en cuanto a lo que se puede o no mostrar. Independientemente de ello, siento que las limitaciones de Brooker como narrador se siguen haciendo evidentes en esta temporada, con resoluciones apresuradas, personajes inconsistentes o subdesarrollados, así como falta de agudeza en sus observaciones de la conducta humana, que se quedan en una rampante misantropía, a diferencia de otros cineastas (Jonze, Kaufman) o escritores (Lem, Bradbury). El formato me gusta en cuanto que permite explorar distintas facetas y personajes, solo sería deseable que esos mundos se parecieran menos entre sí, algo que sucedió con el memorable San Junipero.

¿Qué tan parecido es el mundo que Black Mirror plantea al “real”? ¿Existen más diferencias o similitudes? ¿Esto va a pasar o es algo que deseamos que pase?

@RAxelAlonso: A mi parecer la serie sí busca acercarse a nuestra actualidad, más que por la forma, por los temas que atraviesan los episodios. Hay capitulos como Nosedive que tienen inspiraciones obvias (Favstar, Uber, Peeple), en otros los temas son una posibilidad latente: lo sucedido en The Waldo Moment es parte de un hartazgo por la política evidente desde hace años que cobró brutal relevancia con Trump; y borrar personas de los recuerdos como en White Christmas parece ser un paso lógico en la forma de manejarse de Facebook. Es importante señalar el nivel de involucramiento que han tenido los espectadores de la serie y los creadores de contenido en Internet que constantemente están buscando similitudes entre hechos recientes y los episodios de la serie. Al igual que con las “predicciones” de Los Simpson, parece que hay quienes si desean que estas ficciones se conviertan en nuestra realidad o al menos nos den una guía para entender estos tiempos tan confusos

@mentecata_: Creo que lo interesante de Black Mirror es pensar que el material para los episodios proviene de la realidad. Brooker fue muy inteligente y perspicaz al captar las paradojas, los miedos, las ironías, los horrores, no sólo de una época, sino de la construcción de la condición humana. La serie es hasta cierto punto, atemporal, y es esta atemporalidad la que la acerca y enlaza con lo que se vive día a día. Es un juego contra reloj que sólo va absorbiendo las últimas novedades en cuanto la relación hombre-tecnología. Pienso en un Black Mirror de los años 70, ¿a qué le tendríamos miedo?, y también pienso en el Black Mirror actual que puede moverse en la historia sin problema pues, al final, todo lo que vemos, todo lo que sufrimos, todo lo que cuesta asimilar en cada episodio son cuestiones que la sociedad ha cimentado poco a poco: ¿nos son ajenas las calificaciones en Nosedive?, ¿las paradojas morales en Shut up an dance?, ¿el dolor ante una perdida en Be right back?, ¿la imagen como producto en Fifteen Million Merits? Lo dudo.

@jjnegretec: De alguna manera cada ficción es el resultado de su presente, ese mundo se nutre de la fantasía o la pesadilla, pero vivimos tiempos confusos, como apunta Axel, en los que somos capaces de adelantarnos a nuestras propias creaciones mentales a través de la tecnología o de una compleja interacción de fenómenos sociales que se subestiman o simplemente se ignoran. El ejercicio que plantea Arantxa es bastante interesante, imaginar como hubiera sido un Black Mirror en otras épocas, sin embargo creo que indudablemente todas hubieran apuntado a lo mismo: un ominoso sentido de finalidad, una especie de apocalipsis perfecto que antes creíamos ingenuamente que solo la ficción nos podía dar.

Como una especie de reflexión final, de todos los dispositivos presentados en la serie ¿cuál les gustaría tener o usar?

@mentecata_: Es difícil decir pero hay dos que me impresionaron justo porque los imaginé aplicados a mi vida: En Be right back, la oportunidad de regresar a un ser amado. No tanto por el resultado material y físico de la persona en cuestión, sino por la dolorosa oportunidad de introducir los recuerdos. Creo que sería un servicio doloroso y útil por igual. El segundo es la opción de bloqueo en vida real que vemos en White Christmas: en tiempos de desasosiego, decepción y odio, creo que daría alivio a muchos, aunque con este, imagino perfecto un mundo bloqueado en su totalidad.

@RAxelAlonso: No negaré que me encantaría probar el videojuego de Playtest (luego de llamarle a mi madre y apagar el teléfono, por si las dudas) por el hecho de ser tecnología controlada por el subconsciente y mis miedos profundos. Y aunque la idea de una inmortalidad virtual me parece agobiante, me gustaría pasar un tiempo recorriendo otras épocas en San Junipero.

@jjnegretec: Creo que todos en algún momento o circunstancia específica serían deseables, pero la serie juega precisamente con eso, con el peligro inherente en nuestros deseos y las consecuencias que estos acarrean. Una caja de pandora que quepa perfectamente en nuestro bolsillo, eso parece ser lo que queremos.

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