Black Canvas | Bamboo Dogs: un viaje infernal

Bamboo Dogs, (Filipinas, 2018) cinta independiente de bajos recursos, trata sobre un fuerte episodio real que tuvo lugar en Manila en los 90, donde una pareja de policías tiene que tomar, en catarsis, la decisión más antigua del hombre: entre el bien y el mal.

Filmada en cuatro días, la película es dirigida por el también poeta, cantante y compositor Khavn, que tiene en su haber cerca de 50 cintas, entre cortos y largos, y que ha sido reconocido sobre todo por Alipato: The Very Brief Life of an Ember y Balangiga: Howling Wilderness.

Inspirada en un hecho real en las Filipinas en 1995, cuando los agentes Esquivel y Corazón reciben la orden aprehender a miembros de la banda criminal Kuratong Baleleng y llevarlos a la estación de policía, donde gracias a sus vínculos con la ley serán liberados. Empieza entonces un road-trip infernal en una van que no para de descomponerse por las calles de Manila, llenas de gente, luces, caos, una procesión… mientras dentro del auto sucede todo.

De entrada, los diálogos entre criminales y policía que tratan nada más de la búsqueda de la hombría (sexo, la importancia de la circuncisión, y otras masculinidades), en contraste con la única mujer (la oficial Corazón) todo el camino preocupada por su bebé que está enfermo en el hospital al cuidado de alguien más. A la mitad del trayecto, las órdenes cambiarán, y los agentes deberán decidir si obedecer o hacer lo correcto. Cuando, desesperada por los cambios de planes, Corazón le pregunta a Esquivel qué está pasando, éste le responde: “El jefe tiene un jefe, quién también tiene un jefe. Es como una escalera. Todos tenemos un superior que seguir.”

Proyectada en SITGES 2018, uno de los festivales más famosos de cine fantástico, en Barcelona; y en el BAFICI de Buenos Aires, Bamboo Dogs es una cinta difícil. Le da un bolo alimenticio al espectador que éste tendrá que digerir por su cuenta. Atascada y con movimientos de cámara nauseabundos. Si se ve, debe verse en el cine, para navegar entre sus escenas obscuras y tomas muy cerradas con cámara en mano que denotan apenas las siluetas de sus personajes.

Un film que para digerirse, necesita además de lo contextual. Para los no-filipinos gran parte de la historia queda fuera de la pantalla, desde saber que Kuratong Baleleng fue un grupo paramilitar creado por el ejército filipino en 1986, que se convirtió después en una poderosa unión criminal. Sólo al final, unos cartones explicativos ayudan a construir la sociedad corrupta del país asiático.

Esta densa cinta basada en la historia reciente pero inspirada sin duda, por el cine negro, tiene hasta los créditos finales un último instante irreverentes que le da un respiro. Rez Cortez, uno de los actores principales, que era antes bailarín, aparece en blanco y negro haciendo una coreografía de la canción Susan, compuesta por el director, en el mismo espacio donde inicia la película. El director cierra con “This is not a film by Khavn”.

Por Indira Cato

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