Bitácora del FICG – Día 1: las ilusiones

Todo festival de cine inicia cargado de ilusiones. Desde la expectativa causada por la programación o ese encuentro con el cineasta esperado, la ilusión está ahí, esperando al cinéfilo paciente con ganas de explorar.

El Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG) cumple 30 años con un programa que crece año con año e intenta cumplir con él a cabalidad es una tarea complicada pero dichosa. Nuestro día abrió con la proyección de El aula vacía (2014), compendio de cortometrajes sobre los problemas educativos de América Latina.

En la cinta participan algunos de los nombres más reconocidos del art house latinoamericano, como Lucrecia Martell, Nicolás Pereda, Tatiana Huezo, Mariana Chenillo, entre otros. Como toda antología de este tipo, la calidad de cada cortometraje varía, aunque en su gran mayoría los cineastas optan por una visión didáctica, casi pedagógica, alejada de la pornomiseria.

Así esta producción de Canana, el Banco Interamericano de Desarrollo y la República de Corea muestra un presente con poco futuro, donde las salidas parecen estarse extinguiendo. Las nuevas generaciones de jóvenes lucen abandonadas, condenadas por un mal endémico que inició hace tantos años y persistirá por tantos más que buscar un culpable es un ejercicio difuso, fútil.

El compendio de largometrajes busca mantener la ilusión de una flama todavía viva, capaz de resistir hasta encontrar el camino.

  • Loreak, de Jon Garaño, Jose Mari Goenaga

Hay ilusiones que confunden y nos ayudan a evadir la realidad. Las protagonistas de Loreak (2014) conocen su presente y anhelan lo desconocido, una idealización de mejor apariencia porque no está a su alcance.

Anne (Angore Aranburu) pasa sus días imbuida en la rutina junto a su gris marido, hasta que un ramo de flores aparece en su puerta. En primera instancia ella las toma como un gesto amoroso de su pareja. Cuando él mantiene que no sabe nada al respecto y las flores continúan llegando de manera puntual el mismo día y hora, un misterio surge. ¿Quién y por qué está mandando el ramillete?

De un suspenso similar a La mujer sin cabeza (2008), de Lucrecia Martell. Loreak expone rápidamente la realidad de sus personajes, sólo para mostrarnos que estos no están dispuestos a percibirla, preferirán aferrarse a la ilusión que afrontan su alrededor. La suegra aceptará en su vida a una supuesta amante de su hijo más amable que su nuera con tal de mantener un lazo de control sobre la vida de su vástago; la esposa molesta de la dependencia de su marido y su pusilánime actitud con su progenitora, sólo mostrará su amor cuando sienta vulnerado su amor propio; y la tercera buscando escapar de su gris matrimonio mantendrá una ilusión casi infantil por el idealizado pretendiente.

Los españoles Jon Garaño y Jose Mari Goenaga logran crear una atmósfera hipnótica, asfixiante, donde los protagonistas nunca encontrarán la salida porque aun estando en el marco de la puerta niegan su existencia.

  • Retrospectiva Bernardo Bertolucci

El pasado también se puede mirar con ilusión. Bernardo Bertolucci estaba programado para ser el invitado de honor de la trigésima edición del FICG, sin embargo un problema cardíaco le impidió hacer el viaje a tierras tapatías. Él no está pero su espíritu sí. La retrospectiva de su trabajo es una gran oportunidad de conocer al derecho y al revés a uno de los últimos grandes exponentes del cine italiano.

En Soñadores (The Dreamers, 2003), un joven norteamericano llega a París buscando probar un poco del arte francés y sus noches bohemias. En la primavera del 68 conoce a un par de hermanos (Eva Green y Louis Garrel), dueños de un espíritu libre y fervientes amantes del cine como él. Los tres iniciarán un viaje de exploración artística y sexual, donde los límites se extienden hasta hurgar en los rincones de su alma.

La película se presenta como una carta de amor del realizador a su época de juventud donde las ilusiones de cambiar el mundo volaban por el aire, donde una nueva revolución cultural parecía surgir todas las noches en la mesa de algún café. Al mismo tiempo, se presenta una mirada llena de nostalgia a las primeras décadas del séptimo arte, una visión romántica del cine que marcó a los directores de las vanguardias 60.

Como el paso del tiempo lo demostró, esas ilusiones nunca se concretaron. El romance de una generación nunca fue más que eso, un momento lleno de vida y creación artística que no cambió la brújula. Por eso Isabelle y Theo prefieren perderse por completo antes de convertirse en otro adulto más.

 Rafael Paz (@pazespa)

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