Dream in Silence (2020), primer documental de Ye Bao y Xing Huang, encuadra la vida de Fang Sir, un cineasta nacido en Taiwán que en su juventud obtuvo el Golden Harvest Award por su cortometraje Silence (1989). En la actualidad Fang Sir es un inmigrante anciano que vive en condiciones precarias en Nueva York y la llegada de Bao y Huang lo interpela para volver a su quehacer cinematográfico haciendo un remake de Silence, pero ahora desde una perspectiva estadounidense.

Dream in Silence aparenta moverse entre la memoria, la melancolía –como una habitación del pasado–, o una reivindicación del presente a partir de la praxis creadora de una memoria entrañable, pero no. Los documentalistas se encontraron con Fang Sir y decidieron explotar su narración para crear la propia a través de un montaje en el que al principio tratan de colocar en el centro la figura de Fang Sir –sus ambiciones, sus obsesiones y sus búsquedas– para después desplazarlas y exponer sus propias precariedades. Dream in Silence parte dibujando una figura afable y creativa para terminar menospreciándola.

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Sin un dominio cinematográfico claro, Bao y Huang van tomando decisiones que se amparan en la idea del making off, pero que revelan una idea obtusa y un brazo débil en su propio quehacer. Los directores terminan por evidenciar a un Fang Sir –que como todxs– tiene dudas, excusas, miedos y actitudes mezquinas, pero ¿qué es lo que busca Dream in Silence?; ¿dar las herramientas a Fang Sir para regresar a su praxis cinematográfica o colocarlo en el foco para explotarlo en una vitrina con una leyenda de “nunca es tarde para hacer tu obra maestra” y poder encontrar un lugar en el mercado de festivales?

¿Qué hace a un documentalista ser un documentalista? ¿Encontrar una narración que contenga en ella misma todo un cosmos lleno de fuego, de miseria, de tormentas o de nubes y encuadrarla para el festín de los hambrientos que esperan historias “reales” o mostrar una obsesión, un camino, un sentimiento interno que tiene su propio pulso en lo externo? Documentales como Dream in Silence, Cosas que no hacemos (Bruno Santamarina Razo, 2020) o Cartel Land (Matthew Heineman, 2015) hacen pasar por preocupación y empoderamiento sus ambiciones mezquinas y abyectas. Las creaciones que explotan al-otrx desde un discurso de la empatía y la solidaridad siempre carecen de un suelo ético –no siempre de ingenio y plasticidad–, y esas creaciones son las más deleznables.

Por Icnitl Ytzamat-ul Contreras García (@Mariodelacerna)