Bárbaro y la puerta detrás de la puerta detrás de la puerta…

Es fácil llegar a un lugar nuevo y preguntarse: ¿quién estuvo aquí antes? ¿Qué hizo? ¿Ocupó el espacio de una manera extraña? El auge de documentales sobre crímenes y criminales sólo ha añadido un ángulo perturbador a las preguntas que se generan en nuestra conciencia. Hace no mucho, por ejemplo, en The Scary of Sixty-First (2020) la cineasta y actriz Dasha Nekrasova abordó los terribles efectos que el descubrimiento de las fechorías de Jeffrey Epstein en un departamento extremadamente asequible y la vorágine del internet provocan en un par de inquilinas.

Bárbaro (Barbarian, 2022), tercera película del comediante y realizador Zach Cregger –la primera sin su compañero Trevor Moore– parte de una inquietud similar, aunque trasladada a una de esas habitaciones rentadas por distintos huéspedes en periodos cortos de tiempo a través de aplicaciones digitales.

Tess (Georgina Campbell) llega en una tormentosa noche de lluvia a la puerta de la casa que alquiló a través de AirBnB sólo para descubrir que la arrendadora cometió un error y otra persona también rentó la propiedad, o eso asegura mientras le sonríe a nuestra protagonista desde la puerta –que la sonrisa sea la del actor Bill Skarsgård, el nuevo ESO, sólo vuelve la situación más perturbadora–. Keith, como dice llamarse el desconocido, invita a la recién llegada a refugiarse de la lluvia y, eventualmente, propone compartir el espacio: ella en el cuarto y él en la sala porque, claro, es un caballero.

Ante las pocas opciones, Tess acepta reticente y ve con desconfianza cada gesto de Keith: que si le prepara un té y ella no alcanzó a ver qué le puso, que si le propone echarse un vinito, que si sonríe de más, etcétera. Sin embargo, poco a poco hacen migas y a la mañana siguiente acuerdan seguir compartiendo el espacio. Después de realizar las actividades que tenía planeadas en la ciudad de Detroit, Tess regresa a la casa para descubrir que en el sótano hay una extraña puerta y que tras ésta ¡hay otra puerta! que Keith está deseoso de explorar.

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Cregger plantea su trabajo de manera similar a muchos otros directores dedicados al género del horror actualmente: como un eco de las experiencias cinematográficas de los espectadores. La diferencia radica en cómo este punto de partida es aprovechado, si otros dedican la pantalla a calcar citas o momentos memorables de sus cineastas favoritos, Cregger –también autor del guión– los utiliza para iniciar un entretenido juego con el espectador. “Si crees que la cosa va por aquí, pues sí pero no”, parece decir.

Más de un relato de H.P. LovecraftLas ratas de las paredes, por ejemplo– funciona a partir del descubrimiento de un pasillo o una recámara escondida y el efecto irremediable de éste en el protagonista de la narración. Cregger toma este punto y lo suma a un tema más contemporáneo, ligado no sólo a la lucha contra el sexismo sino a la manera en que las tendencias latentes en nuestras dinámicas sociales nos hacen percibir el mundo.

No es casualidad que Tess tarde en bajar la guardia ante un desconocido y recele de sus aparentes cordiales tratos, tampoco que el verdadero dueño de la propiedad, al menos en papel, AJ (Justin Long) –un actor famoso acusado de violencia sexual– vea en los extraños “detalles” de su capital inmobiliario no una amenaza sino la oportunidad de incrementar sus ganancias en un periodo de vacas flacas provocado por su comportamiento en un set.

El director y su equipo saltan entre subgéneros del horror manteniendo dicha idea de fondo, así pasamos del thriller sobre asesinos seriales al cine de monstruos y cualquier otra cosa que se cruce entre los dos. Ésta es una película que mezcla por igual algo como El descenso (The Descent, 2005) con los perturbadores momentos cotidianos de Audición (Ôdishon, 1999), pasando por Death Line (1972), Fenómeno siniestro (Grave Encounters, 2011) y más sin perder su propia personalidad.

Es un truco similar al efectuado por la argentina Al 3er día (2021), de Daniel de la Vega, otra película que retorcía lo suficiente su trama y referencias –además de una nula preocupación por la exageración o el ridículo– hasta conseguir un fruto genuinamente divertido, porque si descubres un pasillo oscuro y tenebroso en tu casa no entrarías a investigarlo… ¿verdad?

Por Rafael Paz (@pazespa)

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