‘Attack The Block’: Defender la cuadra

Attack The Block  fue mi película favorita de extraterrestres en un año en el que los extraterrestres invadieron las salas de cine. Entre las encontradas en el catálogo estaban desde las más vacías como Skyline o Battle L.A. hasta los ejercicios que más satisfacciones trajeron como Super 8 o Paul, sin olvidar los ejercicios que se encontraban en el limbo entre los dos anteriores como Cowboys & Aliens o el remake de The Thing. El año pasado fue uno en donde la principal incertidumbre de los que voltean al cielo se convirtió en el tema principal para millones de espectadores. Sin embargo, ninguna película logró conjuntar todo lo necesario para triunfar como lo hizo Attack The Block.

Desde la parte más precaria de la cinta hasta el movimiento más minucioso de la cámara son obra de un personaje al que se le muestra menos valor del que merece. Joe Cornish es uno de esos nombres que permanecen en el anonimato hasta que son descubiertos por una película como ésta. No es casualidad desde donde decanta, pues Cornish es uno de los entusiastas dedicados a llevar a la pantalla grande The Adventures Of Tin Tin junto con su colega de toda la vida Edgar Wright en un acto de fanboys para que Steven Spielberg y Peter Jackson hicieran lo propio y poder revivir aquel guión que Steven Moffat había dejado inconcluso. El círculo se había cerrado, pero para Cornish algo hacía falta y no se puede concebir un esfuerzo de tal magnitud sin alguna obra que lo sostenga.

De ahí que Attack The Block comparta la esencia de los primeros trabajos de John Carpenter, el espíritu del Steven Spielberg de los 80 y toda la atmósfera que rodea las películas de Edgar Wright. Nada de esto es en vano, pues Cornish es un estudioso camarada del escenario en el que la película se encuentra. Desde los primeros minutos que corren, hasta la última escena llena de un público eufórico las remembranzas existen y conviven con una estética particular. Attack The Block es una película de extraterrestres, pero su alcance fue aún más grande e impensable.

Inspirada en un acontecimiento que al propio Cornish le sucedió, la premisa es tan sencilla como compleja. Un grupo de pre-adolescentes dedicados a robar transeúntes en los barrios bajos de Inglaterra se encuentra con un extraño ser justo después de que una no tan inocente Jodie Whittaker fuera víctima de sus malos hábitos. Pero, contrario a lo que pudiera pensarse, la pandilla liderada por Moses (un increíble John Boyega) decide asesinarlo a sangre fría y así desatar una invasión que se camufla con la celebración de la Guy Fawkes Night, una invasión que no busca otra cosa si no venganza.

Los temas manipulados por Cornish en todo momento son todo menos éticos o moralistas. Los héroes son delincuentes de clase baja en un país desarrollado, la invasión alienígena no busca el control del planeta, sino vengar una muerte injusta de un co-planetario sin deuda alguna y al final del día esa búsqueda de justicia se convierte en una amenaza; una amenaza que el mal principal tiene que abatir en bien de una comunidad que pocas veces se percata de la magnitud de la situación. La película parece haber sido escrita paralelo a los disturbios de Londres del año pasado y se convierte, a la distancia, en un retrato generacional. La cinta se preocupa más por desmoralizar la moral que por buscar consistencia y sin embargo es impecable en cualquiera de sus rasgos.

Cornish toma mucho de Wright y se intersectan en varios puntos. La velocidad con la que se mueve y el sentido del humor parecen haber sido escritos por él, pero la manera en que Cornish los conjuga en un solo movimiento, escena o secuencia, son virtudes únicas en su tipo. Incluso desde la decisión de filmar con un séquito de actores que carece de experiencia y que al final del día no es sino uno de los mayores aciertos. Actores que logran opacar al sello particular de Wright, Nick Frost, que funcionaba mejor cuando era parte de otro alien más simpático que los aquí mostrados. Unos monstruos que comparten estética con Critters y que en realidad parecen habitar la película en el momento en el que se hacen presentes. La película tiene muchas virtudes que son fáciles de reconocer y por ello resulta demasiado sencillo adorarla desde la primera vez.

Attack The Block fue mi película favorita de extraterrestres en un año dedicado a los aliens. También fue la representación más metafóricamente visceral de la historia escrita en Europa por levantamientos ante la injusticia y dignificación de sucesos que carecen de un fundamento que los respalde. Attack The Block es una película que cualquier persona disfrutaría y que cualquier persona podría entender; una cinta que triunfa en todo momento y a la que sin embargo le faltó tiempo para ver todo lo que pudo provocar.

Por Joan Escutia (@JoanTDO)

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