Suenan los beats de un rap que relata la vida en la ciudad, nuestro hogar, la selva de asfalto donde no hay tiempo para pensar en ti mismo y el ritmo nos obliga a olvidarnos también de los demás.
Aquellos jóvenes que también tienen anhelos y sueños, los cuales muchas veces pueden verse interrumpidos por la dinámica social, la falta de oportunidades, las adicciones y ausencia de programas sociales funcionales.
El filme Asalto al cine, de Iria Gómez Concheiro, nos retrata la problemática de un sector de la juventud que tiene pocas posibilidades para estudiar, trabajar o aprovechar el tiempo en actividades productivas o artísticas.
Ahí aparece un grupo de amigos Negus (Gabino Rodríguez), Chale (Juan Pablo de Santiago), Sapo (Ángel Sosa) y la Chata (Paulina Ávalos), quienes viven una unidad habitacional de la Colonia Guerrero y que matan el tiempo creando rimas de rap, fumando marihuana y pintando graffitis en las oscuras noches de la Ciudad de México.
En un escenario desolador donde el tiempo libre hace pensar demasiado, estos jóvenes entre broma y broma se organizan para asaltar un cine sin importar los riesgos, en un intento por mejorar de manera efímera su situación económica y social.
En nuestro cine mexicano hemos visto muchas películas sobre la situación de los jóvenes, ya sean ricos o pobres, pero aquí se hace un énfasis en la desatención que existe por parte de los padres, de las autoridades y del gobierno pues se deja marginado a un importante sector de la juventud actual.
La historia atrae por sus variadas locaciones y transcurre entre hip-hop, atractivas pintas callejeras, humo de cigarrillos, botellas de cerveza vacías, el amor no correspondido, entre otras situaciones límite a las que se enfrentan los protagonistas.
Asalto al cine es la ópera prima de la directora Iria Gómez, quien tardó 10 años en lograr el proyecto por la falta de recursos. Fue estrenada en el festival de Sundance en 2011, donde fue bien recibida por la crítica, y este 21 de febrero se presentó en el Foro al aire libre ‘Gabriel Figueroa’, de la Cineteca Nacional.
Por Ángela Mariana Ávalos Pérez (@elvientosabe)