Andrzej Żuławski: El sentido del absurdo

Viendo la obra de un cineasta tan singular como el polaco Andrzej Żuławski se podría apreciar que existe una marcada tendencia a regodearse con gran elegancia en la inmundicia, en lo oscuro, en lo oculto, lo ilógico y lo grotesco, pero más allá de la hosquedad de sus imágenes y temáticas, Żuławski era capaz de demostrar que detrás de cada cuadro de caos visual o temático yacía una afirmación coherente y clara, inamovible aún en medio del estruendo.

Fue con gran tristeza que nos enteramos que el genial cineasta padecía de su salud y en unas cuantas horas había llegado su muerte, con la misma velocidad y arrebato que un plano secuencia extraído de cualquiera de sus bellamente provocadores filmes. En Butaca Ancha recordamos cinco momentos de su filmografía:

  • La tercera parte de la noche (Trzecia czesc nocy, 1971)

Żuławski, junto a Polanski o Wajda, fue uno de los cineastas polacos que surgió de la posguerra con una portentosa voz autoral y que, como muchos de sus contemporáneos, elaboró un vivaz fresco sobre la cicatriz dejada en Polonia. En esta brutal analogía, Żuławski nos presenta la historia de un grupo de soldados alemanes que asesinan a una mujer, su hijo y su nuera, mientras que el esposo y el padre escapan en el bosque, donde el joven decide unirse a la Resistencia. De ritmo vertiginoso y transgresora cadencia, Żuławski se afianzó en el panorama internacional con una indeleble ópera prima. Polonia seguía sumida en perpetua penumbra.

  • Lo importante es amar (L’important c’est d’aimer, 1975)

Después de exorcizar fantasmas y drenar algo de furia, Żuławski se enfocaría en la psique femenina y un delirante desdoblamiento de la misma en una serie de filmes. En Lo importante es amar vemos a Servais, un fotógrafo desempleado que conoce a Nadine Chevalier (una vibrante Romy Schneider), una aspirante a actriz que únicamente consigue trabajar en películas exploitation, por lo que Servais decide juntar una lanita por medios ilícitos para poder montar una obra teatral para su amada. Construida con base en finamente armados planos secuencia, Żuławski pone al centro la obsesión y la ambición como componentes esenciales de una podrida pasión: el amor.

  • Posesión (Possession, 1981)

Y es precisamente el amor, o la podredumbre del mismo, lo que empuja la que quizá sea la obra más conocida del maestro polaco en la que el horror más grande no se oculta detrás de una enorme bestia o desastre natural sino en los recovecos de la intimidad. Isabelle Adjani y Sam Neil son una pareja que atraviesa por una fuerte crisis de pareja en la que la mujer somatiza de manera grotescamente gráfica el malestar psicológico que generan la infidelidad, los celos y la desconfianza. Żuławski hace tangible el infierno personal que se atraviesa, los inmensos horrores que viven dentro de cada uno. La escena de Adjani recorriendo amplios pasillos del metro vomitando y gritando es una sublime pieza de terror doméstico.

  • My Nights Are More Beautiful Than Your Days (Mes nuits son plus belles que vos jours, 1989)

Después del éxito alcanzado con Posesión, Żuławski combinó sus agudas exploraciones de la psique femenina con un recrudecimiento de su estilo visual y un sentido estético que ya para inicios de los años 90 era acusado de ser paroxista. Después de los encantos dostoyevskianos de La mujer pública (La Femme Publique, 1984) o la sombría épica de On The Silver Globe (Na Srebrnym Globie1988), Żuławski encontraría en la voluble actriz francesa Sophie Marceau un nuevo canal para sublimar su arrebato artístico.

Donde más queda patente este caótico arrebato sería en su filme de 1989, Mes nuits… en el que Lucas (Jacques Dutronc), un ingeniero, inventa un nuevo lenguaje de computadora al tiempo que se le informa que padece una enfermedad terminal que hace que pierda la memoria y que conoce a Blanche (Marceau), una mujer que actúa como médium en un show. Los temas y estilo que definirían la última etapa del cineasta polaco se condensan pareciendo incluso abigarradas, pero innegablemente distintivas.

  • Cosmos (2015)

Para lo que se convertiría en su obra póstuma y que lo hizo acreedor al premio como mejor director en la pasada edición del Festival de Cine de Locarno, Żuławski decidió tomar el complejo reto de adaptar la novela Cosmos del vanguardista escritor polaco Witold Gombrowicz en la que el absurdo reina y se instaura como el nuevo sentido y orden. La tuzada adaptación que Żuławski hace del libro homónimo sigue a un grupo de personajes, siendo el protagonista un joven escritor envuelto en una intrincada trama en la que los juegos de palabras, los caudales de imágenes, sonidos y el más sofisticado sinsentido consuman la obra de un gran cineasta absurdo: el que busca reordenar el mundo a través del caos.

Por J.J. Negrete (@jjnegretec)

 

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