‘Alicia más allá del abismo’ y la caída interminable

El anarquismo es la expresión última del orden, la autonomía, la disciplina y la libertad (Kropotkin, Blanqui). A través de los años el concepto y la ideología han sido mal leídos, comprendidos y difundidos, de tal manera que se ha vuelto sinónimo de caos y destrucción (Batman Dark Knight, Christopher Nolan, 2008). El uso cotidiano en narraciones de partidos de fútbol, discursos políticos y en los últimos años, en las manifestaciones de la ciudad por un grupo así autodenominado, han hecho sumamente pobre y errónea su percepción.

Después de la prohibición de los grandes conciertos de rock y la censura en su difusión en el sexenio de Echeverría, el rock y sus deformaciones tuvieron un nuevo respiro en los noventa con bandas que comenzaron a consolidarse: Santa Sabina, Caifanes y Café Tacvba. Acercarse a grupos que firman grandes contratos, con millones de pesos en juego, se vuelve casi imposible; por tanto, lo subterráneo, lo periférico y lo excluido se convierten en alternativas reales. El Multiforo Alicia surge como una resistencia y propuesta al común denominador de la escena musical de aquellos años, desde un lugar específico de la ciudad, una forma de enfrentar no sólo la escena musical, sino las políticas públicas y las condiciones económicas.

El documental de Abril Schmucler recorre fugazmente la historia del Alicia con entrevistas en voz en off, mientras el registro de las imágenes de las actividades cotidianas desfilan sin mucho ánimo transgresor. Un documental que trata de abarcar la historia, la ideología, el contexto socio-político y la música expuesta en el multiforo que ha devenido símbolo en poco más de una hora. Una mezcla sin cohesión de discursos de Díaz Ordaz, Echeverría, el Subcomandante Marcos, de tomas aleatorias de la Ciudad de México, fueras de foco y secuencias que por momentos parecen videoclips.

Habitar la ciudad (en el sentido baudeleriano) es imprescindible: vagar en ella, reunirse para el diálogo y la discusión, para la celebración y el reconocimiento del otro en los desposeídos, tiene una relevancia fundamental cuando la hegemonía apunta por un individualismo exacerbado y la fragmentación que impide la organización. Por ello, los lugares de reunión tienen un peso primordial en la resistencia y lo que representa. Hablar de contracultura, de organización, de resistencia, de autogestión y anarquismo necesita nuevas formas de expresión y formulación; el discurso “antisistema” (cinco de diez oraciones son antisistema) está anquilosado, sus estructuras gramaticales y de contenido hechas en molde son tan acríticas como el discurso que pretenden dislocar. Un documental que carece de línea argumental y de una forma lúdica o transgresora en la técnica, pierde todo su potencial y se vuelve un panfleto, una tesis mal leída y repetida de Proudhon. Momentos históricos fundamentales y furentes han perdido su potencia por un registro que obedece a lo ordinario, a una laxa investigación y a formas establecidas de filmación y montaje; su potencia se diluye en argumentos grises y plástica de televisión (Night Will Fall, Andre Singer, 2014).

La contracultura en acto, en resistencia, en organización, necesita un registro histórico no sólo de los conciertos que el realizador se encuentre en el camino, de pegar posters nuevos en calles viejas y la repetición dogmática de teorías, sino uno que beba del origen, de las personas que formaron parte del proyecto y lo abandonaron, de las bandas que comenzaron con y desde el Alicia, de un argumento que si bien busca abarcar varias esferas, lo haga de manera unitaria y con una concepción estética clara.  Que obligue a la ideología y praxis de los fundadores a replantearse las premisas, los esfuerzos, el impacto y la forma. Vivir en la anarquía, en el deseo de la revolución, en el magonismo, exige un constante enfrentamiento con uno mismo, con la crítica y para ellos, tal vez, el pensamiento lúdico y transgresor y la fuerza corporal, son el inicio.

Por Icnitl Y García (@Mariodelacerna)