Las noticias se han convertido en un espectáculo que hace del amarillismo y la ilusión de objetividad una constante que no informa, sino que compite con el resto del contenido televisivo en la agresiva búsqueda de ofrecer entretenimiento mediante una lluvia de banalidades. Ésta es la problemática que parece rodear a la secuela de la cinta Anchorman: The Legend of Ron Burgundy (2004), recordada por sus memorables one liners y por su idiosincrático humor en la que un machista equipo de noticias locales de San Diego, encabezado por el mostachón Ron Burgundy (Will Ferrell), en franco conflicto con la inclusión de Veronica Corningstone (Christina Applegate), una seria periodista con “ideales”.
En esta ocasión, Ferrell y su equipo creativo se adentran a absurdas profundidades para presentar algo tan peculiar y de interés muy específico como lo es la evolución de los noticieros durante la misoginia ochentera, particularmente de las grandes cadenas televisivas, llevando a la creación de canales dedicados las 24 horas exclusivamente a este tipo de contenido (¿Se acuerdan de ECO?). Adam Mckay y Will Ferrell toman como eje esta anécdota de interés meramente local y preparan un bizarro cóctel de operística escatología y de explosiva parafernalia pop setentera que puede llegar a ser agradable, más no memorable.
Retomando la historia unos cuantos años después del final de la primera cinta, Burgundy se ha convertido en un triste y alcohólico payaso de acuario (como Zabludovsky en sus días más negros) mientras que el resto de su equipo se ha dispersado y encontrado grados de relativo éxito ya sea vendiendo pollos, fotografiando “gatitas” o habiendo fallecido para resucitar. El equipo compuesto por Champ Kind (David Koechner), Brian Fantana (Paul Rudd) y el hilarante e inquietante Brick Tamland (Steve Carell) es dinámico y sólido (aunque les hace falta un Mauricio Clark), haciendo muchas de las extravagantes situaciones y diálogos bastante digeribles.
Ahora este grotesco grupo de mentecatos dará las noticias en el espacio menos publicitado (como las Simi Noticias) de una nueva cadena que sólo dará noticias las 24 horas del día, poniendo a Ron en franca competencia con el arrogante Jack Lime (James Marsden) y el black power de la imponente productora Linda Jackson (Meagan Good) a la par que Ron debe buscar conectar con su hijo Walter, ahora que Veronica se ha juntado con Gary (Greg Kinnear), un psicólogo con cola de caballo que lee la mente (como debe de ser).
Al diablo con las noticias (Anchorman 2: The Legend Continues, 2013) elabora en el gag, va más allá del mero slapstick para presentar un collage de situaciones que parecen buscar más la inmediatez y carácter desechable de un meme o un vine a una cinta con cohesión y estructura narrativa, apoyado más en el impacto del cameo, haciendo apología del mismo cerca del final en una climática escena de batalla, delirantemente editada y que da una idea de lo que pudo haber sido la cinta con un poco más de foco y estructura. Como las “noticias” y “reportajes” que da Burgundy, Al diablo con las noticias habla en un lenguaje más cercano a un instinto chovinista que al análisis crítico, evidenciando al mundo que considera un Dodge blanco en persecución más relevante que cualquier cosa que Yasser Arafat pueda decir. Una profecía vigente.
Por JJ Negrete (@jjnegretec)