Actividad Paranormal 2: Esto nunca debió existir (o al menos debería de ser la última vez que lo hacen)
Desde la aparición de La Bruja de Blair allá por el lejano año de 1999, las películas de terror nunca han vuelto a ser lo mismo, decenas de imitaciones posteriores han tratado de recrear lo logrado por Daniel Myrick y Eduardo Sánchez (que tampoco era la gran cosa) sin poder lograrlo.
Actividad Paranormal 2 narra la historia de una familia con un recién nacido, la cual debió a este acontecimiento comienza a sufrir el acoso de un ente del más allá. ¡Qué mello!

El cine de terror gringo hace mucho que perdió la brújula, las viejas glorias de Wes Craven cada día se notan más lejanas, cintas como Pesadilla en la Calle del Infierno (el enemigo estaba en tu subconsciente), Chuky (el mal representado por un inocente juguete) o Viernes 13 (todo sucedía en campamento de verano) resultaron exitosas no sólo por que jugaban con el factor emocional de la audiencia sino porque la psicología juagaba un papel importante en el desarrollo de la historia.
Inclusive los españoles lograron mejores resultados usando las técnicas mostradas en Actividad Paranormal, recordemos REC (2007, Jaume Balagueró y Paco Plaza) la cual tuvo un éxito impresionante y una buena recepción del público, tanta fue la notoriedad que logró que Hollywood hizo su propia versión: Quarantine (2008, John Erick Dowdle).
Al comienzo de Actividad Paranormal 2 el lógico que los asistentes a la sala de cine se asusten, obvio saltan de sus asientos, pero esto se debe más al incremento en el volumen de los golpes en la bocinas y no a una trama que atrape, lo cual a la larga provoca que el final resulte predecible una media hora antes de que aparezcan los créditos.

Hollywood debería girar la cabeza y analizar que están haciendo bien los asiáticos, quienes continúan provocando un espanto tras otro, pero cuando se dan las adaptaciones americanas la magia se pierde, aunque se haga cuadro por cuadro.
Es necesario un cambio sino la industria fílmica, al menos en el terror, está destinada al fracaso.
Por Rafael Paz
@pazespa