El próximo 1 de mayo llegará a las salas de cine de buena parte del país la película César Chávez (2014), dirigida por Diego Luna. La cinta está inspirada por la vida del reconocido activista de origen latino y su lucha durante los años 60 y 70 por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores agrícolas.
Acompañado por Anthony Wayne, Embajador de los Estados Unidos, y Dolores Huerta, cofundadora de United Farm Workers (UFW) y mano derecha de César César, el director presentó su trabajo en un reconocido centro comercial de la Ciudad de México en una velada organizada por la Embajada de Estados Unidos.
Wayne apuntó que el filme “es importante para la embajada de Estados Unidos porque describe una historia que debería ser más ampliamente conocida en nuestros dos países” y agregó que el trabajo de Diego Luna es un una demostración de que al organizarse la gente “puede lograr un cambio real en la democracia”.
Butaca Ancha tuvo oportunidad de platicar con Dolores Huerta sobre el legado de César Chávez a 20 años de su muerte; los esfuerzos del presidente Barack Obama por lograr una reforma migratoria; la percepción sobre el gobierno mexicano al otro lado de la frontera; el voto latino en Estados Unidos, y el trabajo de la actriz Rosario Dawson en pantalla.
Butaca Ancha (BA): ¿Cómo recibieron la película en la Casa Blanca?
Dolores Huerta (DH): Muy bien. El presidente Obama le dio las gracias a Diego por hacer la película y le dijo “yo sé que hiciste Y tu mamá también, pero esa película no la podemos enseñar en la Casa Blanca” –ríe.
BA: ¿Qué sintió ese día que llevaron la película sobre César Chávez a la Casa Blanca y él nunca fue a ese lugar?
DH: Mmm –duda–. Ahora que lo pienso, a él en realidad no le gustaba salir. Él manejaba todo el sindicato. Teníamos oficinas en todo Estados Unidos, lo del boicot por todo California, Texas y Arizona, hasta Washington. Teníamos clínicas en la frontera, del lado de Estados Unidos, y cinco clínicas en el lado mexicano para los que trabajaban allá pero tenían a sus familias aquí. Ese es un punto muy importante. Voy a investigar, pero creo que César nunca fue a la Casa Blanca. Le dieron la medalla de la libertad ya que había muerto; fue su esposa por ella. Y ahora, sus hijos y su esposa Elena fueron cuando estaba Clinton, ahora con Obama también; todos estuvimos juntos con Obama.
BA: ¿A César le gustaba ser el centro de atención?
DH: ¿A César? No, en realidad no. Él estaba muy enfocado en el trabajo; le gustaba mucho trabajar y trabajar.
BA: ¿Qué hubiera dicho César de ver una película sobre su vida?
DH: Varias personas querían hacer la película. Muchos vinieron. César ni les decía no ni les puso fecha. Para no quedar mal. A él no le interesaba hacer una película de su vida porque César siempre creyó que el movimiento era de todos, de la gente. No le gustaba que se enfocaran en él como líder. Quería que toda la gente que formó parte del movimiento lo sintiera de todos. No nada más de él. Era el líder y la inspiración para todos.
BA: ¿Le gustó la película?
DH: Sí, me gustó bastante.
BA: ¿Y cómo vio a Rosario Dawson interpretándola a usted?
DH: Tenemos muchas cosas en común. Rosario trabaja con un grupo que se llama Voto Latino en Washington. Ellos organizan a los jóvenes de color, latinos o afroamericanos, para que se registren para las votaciones. Ella es activista. También está envuelta en cuestiones ambientalistas. Es muy activa socialmente. Tenemos muchas cosas en común.
BA: ¿Mejoraron las condiciones de los trabajadores con la llegada de Obama?
DH: Obama puso a Hilda Solís como Secretaria del Trabajo. Ella fue la primera mujer latina que trabajó en el gabinete. Ella hizo mucho difundiendo leyes federales que apoyan a la gente, aun sin documentos. Son leyes de sueldo mínimo que tienen que pagarle a los trabajadores, porque hay muchos lugares, especialmente cuando traen gente de afuera, donde no les pagan. No saben que las leyes los protegen. Solís hizo una gran campaña de publicaciones para anunciar estas leyes. No solamente para campesinos; cualquier trabajador. También llamó a una convención de todas las organizaciones latinas de Estados Unidos, las de habla hispana, para promover las protecciones de los trabajadores. Todo eso lo apoyó Obama.
BA: El voto latino fue crucial para la victoria de Obama, ¿qué piensa de que no haya pasado su reforma migratoria?
DH: Se debe al Congreso, porque Obama ya tiene tiempo luchando, empujando, pidiendo que se pase la reforma. El partido demócrata, con mayoría en el Senado, la aprobó, pero la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, la detuvo. No pasó. Si tomaran el voto, mañana podría pasar, pero los líderes John Boehner, portavoz del partido, y Bob Goodlatte, presidente del Comité Judicial, la tienen congelada. Es una ley muy fuerte, pero no la dejan salir para votación. Si saliera, hay los votos para pasarla. Los republicanos la tienen secuestrada.
BA: ¿Cómo se percibe al gobierno mexicano al otro lado de la frontera?
DH: Los embajadores y cónsules hacen bastante por ayudar a la gente, pero son tantas personas. De aquel lado pensamos que podrían poner más presión a los Estados Unidos para pasar la reforma. No podría decir cómo se puede hacer, pero necesitamos mucha ayuda. Las corporaciones tienen todo detenido, hacen mucho dinero del consumo de los mexicanos y del trabajo de los mexicanos del otro lado, pero no hacen su parte por ayudar a la ley. Hace poco en Arizona pasaron una ley antigay. Todas las corporaciones brincaron inmediatamente para ponerle presión a la gobernadora y no se firmó la ley. ¿Qué pasa con nosotros? Mis amigos gays son menos que nosotros los mexicanos y qué pasa. Vamos a empezar una campaña llamando a las corporaciones para que apoyen con esos votos –del congreso–; si no apoyan no les van a dar contribuciones. Si no hacen caso, regresaremos al boicoteo. Tuvimos éxito boicoteando la uva, la lechuga y los vinos. Los mexicoamericanos, y no sólo ellos, los demás latinos, todos tenemos que decir “o nos ayudan o este año o lanzamos los boicoteos”.
BA: A veinte años de la muerte de César Chávez, ¿cuál es su mayor legado?
DH: Su legado es que la gente se puede organizar y ganar sin violencia. No tienes que ser profesional para lograrlo, César nada más estudió hasta el octavo grado. Nunca fue a la preparatoria. La gente común, trabajadora, tiene el poder para hacer los cambios. Se tienen que educar en cómo organizarse. Somos la mayoría, la gente pobre y trabajadora. Si nos enseñamos, podemos comprender que tenemos poder para hacer los cambios. Tenemos que trabajar juntos. Acción directa organizada y sin violencia. Sin pelear entre nosotros mismos. Debemos mirar la historia de los movimientos civiles en Estados Unidos. Todo se hace de abajo para arriba. Si la gente se organiza en la base, puede ganar. Si en Estados Unidos y en México comprendieran el poder que tienen. Pero mucha gente no hace caso o vota por aquellos que no les van a ayudar. Están mal informados, les compran el voto y las consecuencias son muy duras para todos. Los recursos de un país le pertenecen a todos, no sólo a los ricos.
Por Rafael Paz (@pazespa)