‘Ése es mi hijo’: Escatológica nostalgia ochentera

Cuando Donny Berger estaba en la secundaria era un chico normal… para su edad. Caliente como muchos, precoz como otros tantos, Donny le tira a lo que se mueve y a su maestra, la señorita McGarricle. Para su sorpresa, la maestra no sólo gusta de sus lances amorosos sino que lo inicia en el lúbrico mundo del sexo, a pesar de ser menos que un adolescente.

Así, profesora y alumno practican el coito a la menor provocación hasta que son descubiertos. Ella recibe 30 años de cárcel por violar a un menor de edad y nuestro protagonista se convierte en toda una estrella y símbolo sexual, como Belinda o Imanol. En el mismo juicio nos enteramos que está embarazada y la custodia pasa a manos de Donny hasta que el niño cumpla la mayoría de edad. Donny es joven y estúpido así que ya imaginarán cómo termina la crianza.

Ése es mi hijo (That´s My Boy, 2012) es el nuevo protagónico de Adam Sandler. Su última película, Jack y Jill (2011), fue considerada por el público y la crítica un fiasco, por decir lo más considerado. A pesar de eso, recaudó 200 millones de dólares a nivel mundial. Todo un logro para la vulgar y racista comedia de Sandler.

Con eso en mente, aquél que espere algo diferente de esta nueva cinta está buscando en el lugar incorrecto. La premisa que da origen al guión puede sonar interesante, pero todo se derrumba con el pasar de los minutos, cuando la vulgaridad se asienta y el ingenio se despide.

Si bien Sandler no escribió el libreto, es el primer trabajo en cine de David Caspe (Happy Endings), ni dirige –Sean Anders (Sex Drive) es el director–, el estilo de humor que lo caracteriza permea toda la película. Chistes sobre abuelas calenturientas, miembros grandes, miembros pequeños, table dance y omelette de huevo, personajes ignorantes pero de gran corazón, y un largo etc.

Como dije cuando se estrenó Jack y Jill: claro que Adam Sandler nos sigue arrancando alguna risa, ya sea por un buen chiste –como la primera aparición de Vanilla Ice o la de Susan Sarandon– o por reflejo, aunque con cada nuevo estreno son éstas las que se imponen.

Y a pesar de todo sigue teniendo éxito y recaudando millonarias ganancias en taquilla. Supongo que algún día la cosa terminará como en Idiocracy (2006), donde la película de mayor popularidad es una donde lo único que se ve es un extreme close up de un trasero que produce flatulencias por hora y media. Risas y aplausos garantizados.

Por Rafael Paz (@pazespa)

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