‘Los últimos días en el desierto’: El lado humano de Jesús

En diversas ocasiones, la figura de Jesús de Nazaret ha alcanzado reinterpretaciones cinematográficas que oscilan desde los momentos célebres que abarcan su trayectoria como predicador de fe y sanador, hasta la llamada “Pasión” que significó su crucifixión, de acuerdo a los evangelios bíblicos.

En Los últimos días en el desierto (The Last Days in the Desert, 2015), el realizador Rodrigo García ofrece su perspectiva personal de un pasaje poco explorado del Mesías, específicamente: los días que paso ayunando en el desierto. A tres días de su regreso a Jerusalén, Jesús (Ewan McGregor) enfrenta a sus demonios internos y cuestionamientos personales, mientras convive con una familia en crisis.

Alejándose de la mujer y sus debacles emocionales presentada a lo largo de su filmografía, específicamente en Con tan sólo mirarla (Things You Can Tell Just By Looking at Her, 2000) y Mother and Child (2009), García toma un giro radical para recrear a un Jesús alejado de la divinidad y los milagros, sumido en una afrenta contra un Demonio a imagen y semejanza. Aunado a ello, la fotografía de Emmanuel Lubezki captura elegantemente la desolación del desierto, su rigurosidad y las fogatas en medio de la oscuridad, capaces de reflejar la verdadera soledad que experimenta el personaje estelar.

Diferente de los contextos místicos de diversas recreaciones célebres del Mesías como Rey de Reyes (King of Kings, 1961) o Jesús de Nazaret (Jesus of Nazareth, 1977), el relato se asoma de manera contemplativa y existencialista a la complejidad humana y la reflexión con respecto a la muerte y a los vaivenes del destino.

A su vez, la confrontación interna alcanza su punto más alto a través de la familia que encuentra en  su camino, integrada por un estricto padre distante de su entorno (Ciarán Hinds), el hijo inconforme que añora la vida en la ciudad (Tye Sheridan) y la moribunda madre que sólo se dedica a observar las dificultades (Ayelet Zurer). El guion de Rodrigo García se sumerge en las marcadas diferencias entre el padre y el hijo y en las responsabilidades de cada uno de ellos, los cuales llevan a Jesús a reflejarse en ellos mismos y en realizar una meditación más profunda sobre la vida, además de experimentar equivocaciones dignas del ser humano que fortalecen su carácter y preceden al inicio de su labor como predicador y profeta.

Ewan McGregor salta del meme a la realidad cinematográfica al recrear a un Jesús taciturno, reflexivo, invadido por cuestionamientos internos, dubitativo en torno a la fe, a Dios y a los lazos familiares, sufriendo en silencio las constantes interrogantes de la existencia y sobre la inevitable misión que le aguarda, aquejado también por tentaciones carnales y la incertidumbre del mundo.

Distante e introspectiva, Los últimos días en el desierto, con cierto letargo en ritmo y ambigüedad en la intención de su mensaje, es una aproximación realista y sin aires de “divinidad” a una oscura etapa de vida de Jesús de Nazaret, dotada de un humanismo inusual en  el género, con la intención de invitar a la contemplación.

Por Mariana Fernández (@mariana_ferfab)

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