Cinema Móvil Presenta: ‘Pride: orgullo y esperanza’

Poco sabemos de Mark Ashton (el carismático y novel Ben Schnetzer) cuando de repente ya estamos con él en medio de una manifestación. Acompañado de un grupo de amigos que pronto entendemos forman un pequeño grupo de activistas gay, Mark parece más que convencido de la causa que apoya.

El año es 1984, la ciudad es Londres y el enemigo común es Margaret Thatcher, cuyo menosprecio y desdén hacia la clase trabajadora pronto desataron una histórica huelga del sector minero británico.

Y es en medio de una protesta de este sector que conocemos al joven Ashton y el resto de los LGSM(acrónimo en inglés para su grupo “Lesbianas y gays en apoyo de los mineros”), recolectando donativos para apoyar una causa que, desde la superficie, podría parecer ajena a sus intereses.

¿La misión? Usar ese dinero para apoyar a los mineros a mantener la huelga en pie; ¿Su objetivo? Vincular la lucha de la comunidad gay con organizaciones civiles legitimadas por el pueblo y, de esta manera, fortalecer y hacer visible su propia lucha.

Inspirada en una historia real y contada con la ligereza de otras comedias británicas populares como Mi nombre es John Lennon (Nowhere Boy) o Los piratas del rock (Pirate Radio), el tratamiento que Pride: Orgullo y Esperanza hace de un momento histórico se ocupa más del lado humano dentro de este grupo de personas, ignorando los detalles específicamente políticos de la lucha y enfocándose en la interacción detonada por las circunstancias.

Dicha interacción se gesta entre la comunidad minera y la comunidad gay justo cuando Mark Ashton, ante la constante negación de los mineros a recibir el apoyo de LGSM, decide llevar a todo el grupo a uno de los pueblos más jodidos y castigados por la huelga en Gales. Ahí y ante la necesidad de apoyo que tiene el lugar, Ashton y compañía, así como el pueblo entero, se ven obligados a dejar de lado los prejuicios mutuos y tomarse de la mano en lo que pronto deja de ser una lucha de sectores para evolucionar en una sola, haciendo frente común a una política de satanización y castigo a cualquier organismo no alineado al poder.

Y aunque se podría reprochar la tibieza con la que tratan al personaje de Ashton, cuya historia podría robustecerse si tomamos en cuenta que se trató de un aguerrido y educado joven homosexual de creencias comunistas, en una época donde todo lo que él representaba iba contra el status quo, el tono de la película se siente como un acierto cuando entendemos que se trata de un esfuerzo por sensibilizar a una audiencia más amplia que su público natural.

Lamentablemente, vivimos en tiempos en los que aún existen los mismos prejuicios que hace 30 años desataban el odio de la gente ante la ignorancia y el injustificado miedo respecto a la homosexualidad, por lo que películas como esta representan una accesible herramienta de cambio.

En tiempos en los que también la lucha social comienza a ser satanizada y castigada, resulta refrescante ver una película con una agenda tan clara, tratada con afecto y nunca siendo condescendiente, no sólo con los personajes y las situaciones retratadas, sino tampoco con su público.

Gran parte del encanto y funcionamiento de Pride: Orgullo y Esperanza, más allá del histórico momento que retrata maravillosamente con un ejemplar diseño de vestuario y banda sonora, recae en las actuaciones. Armado hasta los dientes de un elenco joven y talentoso, espolvoreado de actores ya emblemáticos como Bill Nighy, Paddy Considine(maravilloso) o la gran Imelda Staunton, el director Matthew Warchus logra contar una historia de injusticias y dificultad de forma amigable, logrando que hasta el corazón más ríspido ceda ante su constante mensaje de esperanza y solidaridad.

La naturalidad con la que Warchus retrata la evolución de la relación entre ambos grupos, al mismo tiempo que se enfoca en historias particulares dentro del gran mosaico, permite dejar claro uno de sus mensajes más elocuentes e importantes sobre la equidad y la urgente erradicación de prejuicios.

En tiempos cínicos donde la sociedad y los políticos se enfocan en sus propios intereses e ignoran la descomposición de un tejido social de por sí delicado y de apatía generalizada, donde además los cines se ven invadidos de contenidos vacuos que poco o nada aportan al fortalecimiento del mutuo respeto y el diálogo, Pride: Orgullo y Esperanza llega a la cartelera como una digna recomendación para reflexionar sobre cuál es la verdadera importancia de mantenernos unidos y qué lucha hace cada quien para que esto suceda.

Por Gonzalo Lira para @CinemaMovil_mx

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