La crisis económica mundial no ha terminado de producir olas de impacto tangible después de 5 años de haber acaecido. La plática bursátil continua con pujante fuerza y nuestro vocabulario se ha adaptado para integrar conceptos que antes estaban limitados a la cúpula financiera. La democratización de estos conceptos con todos sus trucos y vericuetos se ha expandido en el mundo del cine desde la exploración del documental Inside Job hasta el delirante génesis del exceso plasmado en The Wolf of Wall Street.
Alejado de las dramatizaciones, el género documental ha buscado nuevos ángulos, desde los cuales explorar tan complejo fenómeno. El documentalista Marc Bauder toma como escenario las oficinas de un banco vacío en la zona financiera de Frankfurt, donde un inversionista alemán presenta un lado tenebrosamente humano de los arquitectos de las crisis mundiales, presentado con profunda naturalidad y distanciado de la satanización de los llamados “amos del universo”.
Nuestro protagonista nos comparte la historia de su absorción sistemática mientras camina por un reino, ahora vacío, un ex paraíso capitalista que ahora no muestra más que la ruina provocada por la voracidad, un escenario casi apocalíptico del cual se busca hacer un recuento a través de una profunda exploración del mito y la realidad. Nuestro protagonista, como testigo presencial, recuerda con nostalgia las omnipresentes pantallas con lluvias de números y símbolos numéricos, un lenguaje cifrado propio de los dueños del capital.
La política económica nutrida por los monstruos del reaganismo y el thatcherismo, creo a estos “amos del universo” que viven en un mundo poblado por ángeles privatizadores y jinetes globalizados, donde se convierten en guardianes y predictores del movimiento del capital, una armonía entre la fría y certera lógica financiera y la fantasía de sentirse dueños y señores de nuestros destinos, cuando no son dueños más que de una ilusión, una ilusión de trascendencia.
Por JJ Negrete (@jjnegretec)