8º Los Cabos | Los muertos no mueren de Jim Jarmusch

Uno de los estrenos más atractivos de la octava edición de Los Cabos International Film Festival entraña un dilema de identidad sobre sus protagonistas. Más allá de estar muertos o no, su preocupación central –y la de la película misma– parece ser si son demasiado ingenuos o demasiado irónicos. Los muertos no mueren (The Dead Don’t Die, 2019) es, por un lado, una crítica en clave “meta” del estado de la ficción contemporánea, con su voraz hambre por la repetición y la familiaridad; así como una disparatada comedia de serie B narrada con inusual paciencia y un sentido del humor tan gentil como seco.

Con su kilométrica lista de celebridades –incluyendo antiguos colaboradores de Jim Jarmusch: Bill Murray, Tilda Swinton o Adam Driver– mezclada con leyendas como Tom Waits o Danny Glover, la película concentra su energía en elaborar un mundo deprimente por la ausencia del misterio, poco imaginativo por la facilidad para obtener respuestas del mismo y frustrante por la abundancia de estereotipos, aunque eso no significa que la película funcione de la misma forma.

La mayor virtud de la cinta yace en criticarse a sí misma, en cuestionar sus intenciones y, con ese planteamiento, ofrecer una nueva forma de acercarse a cosas “que ya se han visto”, algo que simultáneamente une y separa a este trabajo de otros de la filmografía de Jarmusch como Ghost Dog: The Way of the Samurai (2001) o Sólo los amantes sobreviven (Only Lovers Left Alive, 2013).

Más que de muertos vivientes, la película de Jarmusch trata sobre la repetición y la obviedad  como enemigos de la paciencia y el sentido común. En este universo ficticio, tal como es reportado por Posie Juarez (Rosie Perez), el mundo ha empezado a girar en contra de su propio eje por el intenso fracking al que se han sometido las capas de hielo polares, pero dicha verdad es tachada de “falsa”. Incluso el personaje de Chloë Sevigny insiste en ser reconfortado –que alguien diga que todo va a estar bien– y en estos tiempos, cuando menos en la visión de Jarmusch, pocas cosas pueden ser tan peligrosas como la certeza que una mentira puede dar.

Como en las mejores películas de serie B, existe una solvente economía narrativa con la que la película fluye, aún a pesar de sus incontables incongruencias y extravagancias, muchas de las cuales parecen estar presentes para satisfacer a quienes esperan ver una película de Jarmusch. No obstante, esa misma condescendencia se usa hacia quienes esperan ver una película típica de zombies, algo que The Dead Don’t Die es y no es.

The Dead Don’t Die es una audaz aberración ante la que se puede ceder a ser devorado o decapitado a primera vista. Sin embargo, para decidir, primero es necesario tomarse el tiempo de ver.

Por JJ Negrete (@jjnegretec)

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