55 Muestra | ‘El rey del erotismo’: La Sexosa y Millonaria Vida del Rey del Soho

Paul Raymond fue un empresario que llegó a ser el hombre más rico de Inglaterra gracias al imperio que construyó publicando revistas y abriendo clubes nocturnos que seguían una polémica filosofía que es muy cierta, muy actual y que seguirá vigente para siempre: “El sexo vende”.

Raymond buscó siempre vacíos legales para poder montar espectáculos con mujeres desnudas en el escenario y bajo el argumento de que él “no mostraba pornografía, mostraba erotismo” logró abrir varios clubes de striptease en las calles de Londres que terminaron por convertirlo en magnate (se le llegó a calcular una fortuna de 650 millones de libras).

El director Michael Winterbottom lleva a la pantalla El rey del erotismo (The Look of Love, 2013), una película basada en Members Only:The Life and Times of Paul Raymond, la biografía de Raymond escrita por Paul Willet.

Raymond es interpretado por un Steve Coogan muy bien caracterizado y muy parecido físicamente, quien además interpreta muy bien a un personaje despreocupado, al que no le importan las opiniones de los demás y que supo cómo sacar el instinto natural de una (supuestamente puritana) sociedad inglesa para beneficio de su bolsillo.

La película comienza con un Paul Raymond ya en la tercera edad que por medio de cintas VHS recuerda su vida y su legado lleno de excesos. Una vida en la cual siempre cargó con el peso de haber sufrido el abandono de su padre pero que irónicamente él, tras más de veinte años de matrimonio con Jean Bradley y haber tenido dos hijos, también los abandonó para poder irse con Fiona Richmond, una de sus bailarinas.

Un hombre que tuvo hijos fuera de matrimonio, que no podía tener una relación estable, ni siquiera con su nueva, joven y hermosa novia; que por momentos se olvidó de la importancia de su familia por dedicarse más a sus mujeres y a llevar a sus espectáculos a ser un éxito rotundo.

Cuando su hija Debbie mostró interés en el negocio familiar y quiso incursionar al mundo del espectáculo al igual que su papá, Paul hizo lo que cualquier padre con recursos y contactos en el medio haría, la apoyó, pero con una pequeña y casi insignificante condición: Debbie no aparecería desnuda en el escenario.

El hecho de no dejar que su hija mostrara sus atributos mientras estaba rodeada de sus compañeras desnudas hizo que tanto Paul como Debbie fueran víctimas de innumerables críticas por parte de los medios y del público que acusaban a Paul de manejar una doble moral.

Si a eso le sumamos el hecho de que Debbie no era muy talentosa que digamos, los espectáculos y todos los negocios de Paul se vieron amenazados con grandes pérdidas monetarias que ningún empresario quisiera tener, lo que complicó la relación laboral y personal entre padre e hija.

La película prácticamente está dividida en dos partes: la primera es la historia de cómo Paul Raymond comenzó a construir su imperio, su relación con Jean Bradley, sus hijos, su divorcio, su extravagante estilo de vida, el sexo, las drogas y el alcohol. La segunda parte es ya cuando Debbie es mayor y su fracasada carrera en el negocio familiar, una carrera en la cual siempre luchó contra la presión de no querer decepcionar a su padre.

Desafortunadamente ninguna de las dos historias sobresale, ninguna tiene la fuerza para lograr que la película trascienda. Habían hecho todo muy bien; las actuaciones en general son buenas, como ya había mencionado la caracterización de los personajes es sobresaliente, la dirección de arte muestra excepcionalmente el paso del tiempo en la ciudad y en la vida de sus habitantes, a pesar de ser una película donde el sexo juega un papel fundamental las escenas de desnudos están muy bien cuidadas y no resultan vulgares ni groseras, todo iba muy bien.

Pero a la película ya en conjunto se queda corta, debieron haber dejado en claro desde un principio qué era lo que se quería mostrar, la vida de Paul o su relación con Debbie, y enfocarse más y desarrollar más la historia, al poner las dos en general terminan por estorbarse y lo que pudo haber sido una muy buena película termina por ser un trabajo final bastante regular.

Por Luis Arredondo

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