Los cambios en los códigos de comportamiento se han venido representando de manera constante en las cintas hollywoodenses de los últimos 40 años. Desde la imposición de la figura del nuevo protagonista hollywoodense en Taxi Driver (1976); la canonización de la hiperviolencia adaptada para estándares comerciales en los 80 a cargo de Rambo (1982), Terminator (1984) y demás; los retóricos antihéroes de Tarantino, que hasta hoy día reflejan los cambios derivados de un progresivo cambio en la moral, que prácticamente consiste en la imposición del interés propio al interés colectivo, la progresiva perdida de valores que se creían consolidados la primera mitad del siglo XX.

La violencia y el sexo que se encontraban vetados para el protagonista hollywoodense clásico (léase Henry Fonda o Cary Grant) en el contexto de la representación cinematográfica, hoy día son componentes esenciales del protagonista.

Actualmente se reflejan en las pantallas cinematográficas la adopción de nuevos dogmas y la destrucción de otros en el marco del capitalismo salvaje moldeado por el marketing y el product placement veraniego. ¿Cuántos pendejos no compraron un Chevy creyendo que compraban a Optimus Prime?

Esta mujer educa con bolas. Destrucción de Códigos.

Movies are the new books

Sea en el tardío y ambivalente abrazo por parte de la industria cinematográfica a las “relaciones abiertas”, léase la ñoña Amigos con derecho (No Strings Attached, 2011) con Ashton Kutcher y la recién nalgueada por Oscar, Natalie Portman, y la venidera -aparentemente “más picante”, guiño- Amigos con beneficios (Friends with Benefits, 2011) con Justin Timberlake y Mila Kunis o en el tema de la educación con la cinta que atañe este texto, Malas Enseñanzas (Bad Teacher, 2011), Hollywood realiza una función educadora sin realmente quererlo.

Esta función simbólica es planteada por el método educativo utilizado por el personaje de Cameron Diaz en el filme, el cual consiste en utilizar cintas sobre maestros famosos. El desdén por la educación integral es notorio durante la película, los maestros son representados como patéticos, socialmente aislados, absurdamente estúpidos, con filias extrañas –el director de la escuela tiene una rara fijación por delfines o Timberlake, quien sostiene relaciones sexuales con ropa–, todos obviamente exagerados y caricaturizados para fines presuntamente “cómicos”.

Escatológica docencia.

Los únicos maestros que se presentan como ejemplo son aquellos que aparecen en una pantalla secundaria, aquella de una televisión de aula escolar por la que desfilan el cacarizo Edward James Olmos, Morgan Freeman y la educarraperos Michelle Pfeiffer; señalando, de manera involuntaria, el doble código moral que maneja Hollywood: el caduco relacionado con la educación y el pragmático predicado por el “mal ejemplo” de la protagonista Diaz.

Bad Teacher representa el triunfo de una nueva moral, que consiste en la destrucción del discurso hipócrita clásico del cine industrial, la ausencia de “buenos modelos”, la abierta aceptación de la mediocridad y la burla abierta a los vacíos mensajes optimistas que se pregonan en otras cintas del mismo género.

Todos los personajes de Bad Teacher se adecuan a un código de comportamiento no idealizado o crudo, son personajes moralmente ambiguos, sin embargo sus dilemas son caricaturizados o llevados al terreno escatológico, campo en el que Diaz ya tiene experiencia con Loco por Mary (There´s something about Mary,1998) y La cosa más dulce (The Sweetest Thing, 2002).

 -You are…sensible

-Thank you!

-That´s not a compliment!

Los alumnos también son ridiculizados y demuestran pilares de la juventud contemporánea, sea la baby prostitute que desea emular a su maestra, el adolescente que usa el mismo hoodie tres veces a la semana y hace mala poesía, el monigote que se burla de los demás o la niña que “se viste como si quisiera estar en el Congreso”. Los alumnos, así como sus maestros, son absurdas parodias de fenómenos ya largo tiempo presentes, sin embargo al final de la cinta los personajes no mutan ni evolucionan hacia un cambio real, que podría ser el aspecto más realista de la cinta. La vida no cambia en 90 minutos, el estoicismo de los personajes es la prueba más concreta de nuestra condición patética de nobodys. Después de todo, estamos del otro lado de la pantalla, “divirtiéndonos y aprendiendo”.

Edúcame, Cameron, edúcame…

Por Jorge J. Negrete

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